‘Se hace más y se piensa menos’

 

Reflexioné que la negación y la falta de confianza hacia uno mismo es el peor enemigo.  Debía dejar la negación atrás porque no había nada más que hacer.  Aceptaría las situaciones para poder lidiar con ellas.  

Por: Paola Rodríguez

Estudiante de Bachillerato 

 

El Coronavirus llegó a virar patas arriba lo que para todos era normal.  Pasamos en pocas semanas de vivir en lo rutinario como sociedad, a detener todo tipo de movimiento social y comercial por el bienestar de nuestras vidas.  La educación no fue la excepción.  Las instituciones educativas, tanto a nivel escolar como a nivel universitario, decidieron continuar con la enseñanza pero a la vez debían respetar y promover el distanciamiento social.  Se tomó como encomienda educar a través de la modalidad en línea; en palabras más sencillas, por "Internet".

Comencé las clases en línea porque no había otra opción, ya que rendirme no era una. No entendía nada, no podía compartir de la misma manera con mis compañeros ni con mis profesores y eso me frustraba.  El deber de continuar con la universidad mientras el Coronavirus está al acecho de nosotros me agobiaba hasta en los sueños.  Los trabajos llegaron y comenzaron a acumularse.  Temía no tener suficiente fuerza y voluntad para sobrellevar la carga universitaria virtualmente.  Temía no poder lograr la meta que me propuse desde un principio: completar mi bachillerato sin importar qué adversidades se presentaran.

Imaginé que las circunstancias no son sólo fuertes para mí, sino que también son situaciones muy difíciles para los profesores y los empleados que hacen el esfuerzo por salvar el semestre y por llevarle educación a los puertorriqueños.  Reflexioné que la negación y la falta de confianza hacia uno mismo es el peor enemigo.  Debía dejar la negación atrás porque no había nada más que hacer.  Aceptaría las situaciones para poder lidiar con ellas.  En cuestión de actitud, me encontraba más positiva, pero tenía demasiados trabajos con los que cumplir que quise llorar.

Enfrenté la realidad y me hice responsable como estudiante para pensar cada vez menos en la dificultad de la situación.  Todos los días me levanto con la idea de hacer más y de pensar menos porque la mente es muy poderosa, pero a la vez peligrosa.  Completo algunas tareas más rápido que otras y dejo algunos trabajos para último momento, pero los hago.  Saco tiempo para desarrollar mis pasatiempos luego de cumplir con mis responsabilidades.  Me propongo metas a corto plazo y voy avanzando paso a paso en cuanto a mis deberes de la universidad.  No permito que mis pensamientos tomen el mando de mi ser y procedo a ejecutar lo necesario para construir mi futuro alcanzar mis logros.