Adaptarnos a una nueva realidad frente a la crisis

Por: Kevin Rodríguez

Estudiante de la maestría en Relaciones Públicas 

 

El COVID-19 es una enfermedad infecciosa causada por la extensa familia del coronavirus que presenta los síntomas de fiebre, tos seca y disnea (dificultad al respirar) e infecta tanto animales como a las personas.  Tanto así que le puede costar la vida.

 

Comenzó a finales de diciembre del 2019, en Wuhan, una ciudad al sur de China, en donde su epicentro tuvo origen en un establecimiento de comida rápida.  La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el 11 de marzo de 2020 una pandemia global por la rápida multiplicación de este brote. Consiente del nivel de alarma, la Organización Mundial de la Salud recomienda una serie de medidas de prevención para reducir el riesgo de contraer o propagar la infección: lavarse las manos con frecuencia, limpiar y desinfectar las superficies, utilizar desinfectantes de manos, evitar tocarse la cara, la nariz o boca con las manos sin lavar, tener distanciamiento social, mantener una distancia de entre 3 a 6 pies, entre un sinnúmero de medidas de preventivas.

 

El Gobierno de Puerto Rico activó su protocolo de emergencia provocando un distanciamiento social de manera que todos se quedaran en su casa protegiendo a los suyos.

 

A través de esta situación por la que atraviesa la isla, las instituciones educativas optaron por utilizar plataformas virtuales como: ZOOM, Google Hangout, BlackBoard Collaborate, Google Meet, entre otras y realizar sus clases de forma remota a una generación (Millenials, Z ó Centennial) que a veces lo que quieren es tener los procesos tradicionales de aprendizaje.

 

En las últimas semanas de alejamiento de la sociedad los retos en la educación remota han sido un proceso bastante bizarro para los estudiantes y para los profesores, ya que nadie estaba preparado para esta nueva realidad que estamos enfrentando.

 

Los procedimientos de enseñanza ya no son iguales.  El volumen de trabajos para realizar ha tenido un incremento bastante notable al punto de que a veces muchos no entienden el contenido educativo, porque su forma de procesar es de una forma repetitiva y necesitan la silueta del docente de enseñanza para comprender el material.

 

El psicólogo estadounidense Howard Gardner propone el concepto de inteligencias múltiples. Gardner propuso que para el desarrollo de la vida se hace uso de la inteligencia.  Para él la inteligencia es un potencial biosociológico de procesamiento de información que se puede activar en más de un marco cultural.  Ha reconocido ocho clases de inteligencia: la lingüística-verbal, la musical, la lógica-matemática, la espacial, la corporal-cenestésica, la intrapersonal, interpersonal y la naturalista.  Según el psicólogo, se requiere dominar gran parte de ellas para enfrentarnos a los procesos de la vida, y lo que está sucediendo es un máximo ejemplo para acatarla.

 

Verdaderamente, a raíz de todos estos procesos fuera de nuestro control, estamos viviendo una nueva realidad.  Adaptarnos a nuevas rutinas, nuevas modalidades de enseñanza y por supuesto, nuevas formas de cada cual procesar lo académico.  Es normal y completamente natural sentir ansiedad y desesperación en el proceso, ya que claramente no estamos en clases presenciales y cada cual procesa la información académica de manera diferente.  Por el momento, se recomienda mantener la calma, no desesperarnos y continuar.  Confiando en que pronto la modalidad en línea pueda parar y continuar con la presencial, la cual ha sido la más efectiva por años.

 

 

 

REFERENCIA: Villatoro, A. B. (n.d.). La teoría de las inteligencias múltiples. Retrieved from http://bioinformatica.uab.cat/base/documents/genetica_gen/portfolio/La%20teor%C3%ADa%20de%20las%20Inteligencias%20m%C3%BAltiples%202016_5_25P23_3_27.pdf