ROMA, de Alfonso Cuarón, destinada a volar.

Pinta tu aldea y pintarás el mundo.

Una de las películas ganadora de  multiples premios por su cinematografía en el 2019.

Por: Prof. Pablo Impelluso Cortes

De mi infancia y adolescencia recuerdo una frase de mi padre sacada de una chacarera (música folklórica argentina) que dice: “casitas más, casitas menos, parecido a mi Santiago”. Con el pasar del tiempo, escuché una frase que describía un mismo sentir en el mundo cinematográfico: "pinta tu aldea y pintarás el mundo”, según el escritor ruso Tolstoi. Recién ahí entendí la frase que Sebastian, mi padre, me decía. No hace falta hacer una película en muchos idiomas para que viaje a distintos países y regiones, ni hablarla en un idioma supuestamente neutro para que no se reconozca su lugar de origen, inspira con una historia personal y situada donde se sitúa y podrás tocar las fibras más íntimas si sabes cómo hacerlo.

Este concepto describe al filme “Roma”, del director y guionista mexicano Alfonso Cuarón. El cineasta relata a puro realismo su niñez en los años 70, dotándola de un sentimiento intimista y personal hurgando en su propia memoria para así deleitarnos con su obra maestra.
Buenos Films anteceden a Roma. Recuerdo la historia de estos
dos muchachos mexicanos, interpretados por Diego Luna y Gael García Bernal en su travesía con una mujer española, la actriz que los seduce, Maribel Verdú en Y tu mamá también.
Según entrevistas a los medios de parte de su director, el filme se llamaba
“Untitled, texto que coloca por defecto los programas de escritura de guiones, ya que Cuarón no había encontrado el nombre adecuado para el filme, y no quería titularlo lo que algunos le sugerían, el nombre de la protagonista, Cleo. Al no tener título, la producción le colocó el sitio donde se estaba realizando la filmación, lugar donde pasó su infancia el director con su familia, el emblemático barrio Roma, situado en la ciudad de México. Y así finalmente quedó. Antes de estas declaraciones del director, mi madre, que sabe de cine más que yo, supuso que su nombre era un homenaje a la obra maestra del director italiano Federico Fellini del año 1972, Roma, ciudad abierta, dado que Cuarón es amantes de los homenajes. Nos engañó.
Para su creador, fueron 12 años de espera para poder lograr
la cinta. Emergiendo de sus propias vivencias, cuenta la historia desde el punto de vista de la nana de la familia, en quien se inspira el personaje de Cleo, cuyo nombre real es Libo, y el transcurrir de una típica familia de clase media, abuela, mamá, 3 hijos, con el clásico detalle de un padre ausente.
Para algunos lenta, para otros, como a mí, dándome el tiempo de sumergirme en el sentimiento de soledad y una escondida fuerza que transmite. Con su deslumbrante colorización, en blanco y negro, y una fotografía precisa que el mismo director trabajó, nos va mostrando, quizás sin querer, la profundidad de su propia vida.
Con Roma, Cuarón nos demuestra que, cuando nuestras verdades surgen, no existen las diferencias ni los límites geográficos, los sentimientos verdaderos vuelan sin detenerse. Algunos quisiéramos poder tener la brillante capacidad de poder retratar nuestra niñez con la maestría que lo hace Roma, para recordar, por lo menos en mi caso, lo bella que fue.