(T)La señal

 

De paso he recibido unas recompensas inesperadas, porque en dos semanas he logrado una mejor conexión con mi estudiantado que la establecida de enero a marzo, mayor participación en las discusiones y ahora hasta me consta más cuánto ellos y ellas llevan las lecciones aprendidas a su vida cotidiana.

Por Profa. Militza Suárez Figueroa

 

Ni en la peor de mis pesadillas imaginé vivir en carne propia algo como esta pandemia por el COVID-19. Mucho menos imaginaba que sería en parte desde esta trinchera del profesorado. Ese hecho le añadió nuevas perspectivas a esta experiencia de vida -y lo confieso, también preocupaciones extras. Ese viraje de 180 grados a la manera de enseñar y justo a mitad de semestre, se volvió rápidamente en un reto no de lunes y miércoles, que es cuando dicto mis clases, sino de todos estos días.

“Señales, signos y símbolos. Eso es lo que se comunica, gente”. Justo eso inculcaba de todas las formas posibles a mis estudiantes de Teoría de la Comunicación antes que se anunciara esta cuarentena que a esta fecha ya nos trae de cabeza. Y si me preguntan, de ellas la que ahora más me preocupa son las señales: la señal del internet de mi alumnado, las que emiten sus respuestas en los Foros de Discusión en nuestra plataforma electrónica y las que no recibo de algunos o algunas. En medio del proceso comprendí que, cuando se enseña online, esas señales son en realidad las más importantes.

De primera intención adaptar los cursos a “en línea” no suponía gran dilema. Sería cosa de llevar a la plataforma las lecturas, preparar las preguntas y crear el espacio de discusión en Blackboard y adaptar los exámenes y trabajos. Pero a medida que se acercaba aquel primer lunes online, descubrí algo inquietante: en este momento mis muchachos y muchachas necesitaban algo adicional a la instrucción académica.

Entonces me dejé llevar por mi instinto de madre, ¿para qué negarlo? Tengo 70 nuevos retoños virtuales. Establecerles reglas, apoyarles, crear una atmósfera de clan y hasta de auxilio mutuo funcionó para darle continuidad con una buena respuesta a los tres cursos que ofrezco. En el camino he comprobado cuán vigentes están las filosofías de la comunicación de Aristóteles: demostrar un gran ethos (comportamiento) y pathos (experiencia) y mejorar el logos (mensaje) sí que logra una comunicación efectiva. De paso he recibido unas recompensas inesperadas, porque en dos semanas he logrado una mejor conexión con mi estudiantado que la establecida de enero a marzo, mayor participación en las discusiones y ahora hasta me consta más cuánto ellos y ellas llevan las lecciones aprendidas a su vida cotidiana. Y eso para mí, más que buena, es una gran señal.