Un Sábado en la Fundación Stefano

Me encontraba en un centro comercial nuevo, nuevo para mí ya que nunca lo había visitado antes, Plaza San Patricio en Guaynabo, donde caminé en busca de las instalaciones de Fundación Stefano.  Esta es una fundación sin fines de lucro que tiene como propósito concientizar a la población sobre la donación de órganos.  Llegué a pura intuición, me paré frente a la tienda para tomar fotos con el celular.  Mientras respiraba profundo, sentía que me faltaba el aire, no podía creer que estaba ahí y que estaba a punto de presenciar una sesión de sanación grupal para padres que han perdido a sus hijos. Entré, tragándome el miedo de recordarle a alguien a su hija y el miedo de recordar el dolor de mi propia pérdida, la de mi padre.

Por: Shawna E. Nowaczyk Recinos

La historia de la fundación empieza con la muerte de Stefano Steenbakkers Betancourt, hijo de Zorimar Betancourt y hermano de Ana Isabelle Steenbakkers Betancourt, las creadoras de la fundación. Stefano fallece en un carjacking y estaba registrado como donante de órganos, y por eso pudo darle vida a cinco personas más. Después de tres años, Zorimar se inicia  un proyecto para crear conciencia de la importancia de la donación de órganos y así surge la fundación. Esta historia me fascinó porque es una motivadora, que enseña que se puede transformar el dolor en algo positivo. Por eso quiero compartir esta historia.

Al entrar al espacio, fuí recibida con muchos abrazos y sentí cómo la atmósfera del lugar se transformaba en un oasis, que era diferente al resto del centro comercial. En la entrada había joyerías y cositas especiales a la venta.  En el fondo después de unas suaves cortinas, estaba el lugar donde se realiza la sanación grupal. Me senté con el olor a incienso y pensé: “llegó el momento, aquí estoy, no sé qué va a pasar.  Solo sé que si escucho a alguien llorar, lloraré también”. Empezaron con una meditación para la sanidad, la cual fue muy poderosa. Y la escritora y mística Shanti Ragyi hablaba con serenidad sobre los doce pasos de la sanación de su libro “Nacer, Amar, Morir” sobre la recuperación paso a paso, manejo de perdida, y transformación. Ella dijo que los grupos de apoyo ayudan a la sanación, y que una perdida es una oportunidad para que haya un crecimiento espiritual y que también así aprendemos cómo ser más compasivos. Dijo también: “no hay casualidad, solo causalidad”. Mi paso favorito es el número cinco, que dice “admito al poder superior que yo no soy quien para decir cuando pasan las cosas”.

Al terminar la sesión, le pregunté a una mujer si podía hacerle dos preguntas y dijo que sí. La primera: ¿Cuánto tiempo tiene de venir a estas sesiones? Contesto: “hace tres meses, una semana después de la muerte de nuestro hijo”. ¿Cómo la han impactado estas sesiones?  Contesto: “encontré un sitio en donde me siento comprendida y con la esperanza de poder recuperarme, y que puedo estar en contacto con personas que comprenden mi dolor”. Debo decir que en la tarde del sábado en la Fundación Stefano, puede entender lo importante que es apoyarnos los unos a los otros y que no hay casualidades, solo causalidades. No hay ningún sufrimiento en vano.  Al contrario, llega para transformarnos.